SI TAN SÓLO COMIÉRAMOS ADECUADAMENTE

            Si nuestro estómago tuviera voz propia, ¡se escucharían alaridos por doquier! Cuántas cosas tendría que reprocharnos. Tal vez algo así como: “¿por qué me das eso que no puedo digerir?”, “¿Por qué sigues comiendo lo mismo, si ya te envié señales claras que eso no es bien recibido aquí?”, “¿Por qué no me haces caso y además me agregas otras sustancias tan extrañas que no me permiten funcionar conforme a mi naturaleza?”, etc., etc.

    Si tan sólo comiéramos alimentos, y no sustancias imitadoras de alimentos, la salud prevalecería en cada organismo. Entre otras ventajas más, desaparecería la obesidad en el orbe. ¿Por qué insistimos en darle gusto al paladar y no a nuestro estómago? Se compra un gran número de alimentos que contienen conservantes, colorantes, edulcorantes, aglutinantes, espesantes, etc., que la industria alimenticia utiliza en sus productos para deleitar el paladar pero que tienen un efecto tan perjudicial no sólo para el estómago, sino para todo el organismo.

Para mí es un gran misterio ¿por qué una gran cantidad de personas cambian un alimento sano por una masa aceitosa condimentada químicamente? ¿Habrá una enorme ignorancia y muchas personas no tienen muy clara la gravedad del hecho que representa introducir a sus propios organismos una gran cantidad de sustancias artificiales, ajenas al metabolismo natural que poseemos? ¿Será que el ritmo acelerado de trabajo que se vive hoy en día, no permite darse el tiempo suficiente para alimentarse, o adquirir los alimentos adecuados y prepararlos?

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Ya ni menciono aquí las bebidas llenas de colorantes y saborizantes, toda una dulce “bombita química” para los organismos. A veces pienso que es un verdadero milagro que todavía tengamos dos ojos, dos orejas, dos manos, pies… en fin, que todavía tengamos bien puestos en su lugar todos nuestros componentes biológicos que nos caracterizan como seres humanos.

Muchas costumbres “modernas” están haciendo serios estragos en la salud del ser humano. Y la realidad más dura de enfrentar es cuando la enfermedad hace su aparición, que con la toma de medicamentos químicos, se inicia un proceso degenerativo en el cuerpo del individuo convirtiéndose muchas veces en irreversible.

Como dice el muy reconocido y denominado por muchas personas, padre del naturismo Manuel Lezaeta Acharan: “El único remedio capaz de alejar todas las dolencias consiste en cultivar la salud…”

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Cultivar la salud, es eso, cuidarnos cuando nos sentimos muy bien, que es muy distinto a someterse a ingerir fármacos o a distintos tratamientos de la medicina formal cuando surge alguna molestia. Cultivar la salud tiene mucho que ver con cultivar una manera –correcta de pensar y por lo tanto de actuar–.

Y una vez más, si hablamos de pensamiento hablamos de la mente, de donde sale todo lo que somos y lo que hacemos de nosotros mismos

Pues bien, ya sabíamos que el lema era –Mente Sana en Cuerpo Sano–, en tal organismo hasta los virus de más alto riesgo no entran, pero acentúo en MENTE SANA. Una mente que es capaz de regir al cuerpo y está vinculada a la divinidad.

He de mencionar que algunas personas han tomado la firme decisión de abandonar malos hábitos en cuanto a la alimentación, han impuesto tal firmeza en su mente de un cambio. Por lo tanto han regresado a comer de manera sana, le han dado un gran regalo a su organismo y con ello tales personas han logrado recuperar la salud, valorándola ahora como nunca antes lo habían hecho.

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Cuando decidamos cambiar nuestra manera de pensar poniendo orden en nuestra mente, nosotros mismos nos vamos a sorprender muchísimo.

Recordemos que en la manera que nos tratemos a nosotros mismos, tarde o temprano eso se revela en alguna parte del organismo. Si es algo bueno nos va a favorecer, y si es algo malo nos va a perjudicar… Siempre así es de simple.

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